José Padilha: la violencia como contrato social

Desde el estreno de Tropa de élite (2008) y, de forma aún más flagrante, su exitosísima secuela Tropa de élite 2 (2010), la filmografía del director brasileño José Padilha ha sido y es contemplada internacionalmente como una de las más reconocidas y temáticamente coherentes del cine iberoamericano contemporáneo. Una carrera que aglutina películas de coste medio rodadas en suelo brasileño, superproducciones con capital estadounidense auspiciadas por majors de Hollywood, coproducciones europeo estadounidenses, documentales o series parapetadas bajo el paraguas de todopoderosas plataformas de contenidos como Netflix, y que a pesar de todos estos cambios de registro se ha demostrado siempre capaz de describir, desde una voluntad cuasi documental, el enfrentamiento y la complementariedad de la violencia perpetrada por el crimen más o menos organizado y la ejercida por los cuerpos de seguridad del estado, marcado a fuego por un atroz grado de corrupción.
Constante temática que se ve habitualmente plasmada por una puesta escena nerviosa, de montaje tan abrupto como inestables son sus encuadres y frontal es su exposición de la violencia más desatada, y que pese a una cierta tendencia al ruido y la furia no exenta de sensacionalismo, ha logrado conectar con no pocos espectadores en todo el mundo, convirtiéndose por derecho propio en una de las voces a tener en cuenta dentro del reñido panorama audiovisual iberoamericano contemporáneo, y, ya desde su primer trabajo, en uno de los más exitosos retratistas de la violencia en suelo brasileño.
Bus 174 (2003)
Co-dirigido con Felipe Lacerda, y producido por Padilha desde su propia compañía, Zazen Produçoes, este documental toma el secuestro, por parte del joven Sandro de Nascimiento, de un autobús de la línea 174 de Rio de Janeiro. A partir de este violento suceso, presentado en la película a través de las imágenes de archivo recogidas de los medios de comunicación que lo retransmitieron en riguroso directo televisivo aquel 12 de junio del año 2000, Ônibus 174 pone en solfa todo un sistema que a través de sus diferentes tentáculos socioeconómicos, mediáticos, policiales y carcelarios parece engendrar la misma violencia que reprime, justificando su existencia. Una obra tan angustiosa y desoladora que ni siquiera sus esporádicas caídas en el efectismo audiovisual logran atenuar el impacto de su descripción de un contexto social complejísimo en su grado de deshumanización, con la miseria, el crimen y la represión policial como ingredientes fundamentales. O así lo entendió también la crítica internacional, que la alabó por su agresiva capacidad de denuncia pese a que su recaudación en salas fue considerablemente discreta, con tan solo 222,506 dólares recabados a nivel internacional según IMDB.
Tropa de élite (2007)
Tras el documental televisivo Brazil’s Vanishing Point (2003), Padilha dio un paso al frente en lo temático respecto a lo ofrecido en su Bus 174 con su siguiente trabajo: una co-producción entre Brasil, Argentina y los EE.UU., sobre los deseos del capitán Nacimiento (interpretado por Wagner Moura, una de las caras más recurrentes del cine de Padilha a partir de esta película) de dejar su puesto al frente de un escuadrón del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE) de Rio de Janeiro. Durante el periplo para entrenar a quienes considera serán sus sustitutos en el cargo, que abandona ante su inminente paternidad, la película se adentra en la oscura guerra contra la droga y el crimen que se libra día a día en las favelas de la ciudad con una violencia tan inusitada por ambos bandos como ambiguamente (por un tanto morbosa) es mostrada por Padilha. Co-producida por Zazen Produções, Feijão Filmes, The Weinstein Company, Estúdios Mega, Universal Pictures, Costa Films, Quanta Centro de Produções Cinematográficas, Tropa de élite situó a Padilha en el panorama no solo iberoamericano sino también internacional, siendo alabada por la crítica y premiada con el Oso de Oro del Festival de Berlín celebrado en el 2008. A decir de MRC, la película recaudó 8 millones 400 mil euros en todo el mundo, catapultando al director al status de rutilante estrella del cine brasileño.
Secretos de la tribu (2009)
Dos años después de Tropa de élite, Padilha reincidió en el formato documental con Garapa (2009), producida exclusivamente por Zazen Produções, y con Secretos de la tribu, igualmente producida por Zazen Produções en calidad de coproductora junto a a la inglesa Stampede Films. Muy interesante en sus planteamientos sobre la perniciosa influencia del estudio antropológico de la tribu amazónica de los Yanomami, la muy reputada Secretos de la tribu supuso también la primera colaboración el director con una plataforma de contenidos, HBO Documentary Films, en calidad de productora asociada junto a ARTE, Avenue B Productions, British Broadcasting Corporation (BBC), Danmarks Radio (DR), Impact Partners, Screen East, Special Broadcasting Service (SBS) y YLE TV2 Dokumenttiprojekti. Sin embargo, su recaudación en salas fue más que discreta, recabando apenas 2000 euros a nivel internacional según MRC.
Tropa de élite 2 (2010)
Todo lo contrario que su siguiente trabajo tras las cámaras. Respaldado por la crítica y, gracias al éxito de Tropa de élite, convertido en uno de los valores en alza de la ficción cinematográfica brasileña, Padilha retomó el personaje del capitán Nascimiento (Wagner Moura, una vez más) como protagonista de su siguiente película, producida por Globo Filmes, Zazen Produções, Feijão Filmes y RioFilme. La exitosísima Tropa de élite 2 que se convirtió, con sus poco más de 57 millones de euros de recaudación internacional (según cifras de MRC) en la película más taquillera de la historia del cine brasileño fuera de las fronteras nacionales hasta el estreno de Moisés y los diez mandamientos: La película (Alexandre Avancini, 2016). A través de una narración más poliédrica que su predecesora, lo que le permite diversificar su retrato sobre la violencia y las corruptelas en suelo brasileño desde el crimen callejero hasta las altas esferas políticas y económicas, Tropa de élite 2 es un filme tan ambicioso en su enmienda a la totalidad de los mecanismos del poder brasileño como un tanto ambiguo en su apuesta por la testosterona en determinados pasajes, indudablemente potentes en lo narrativo pero también algo contradictorios con el ánimo de denuncia que expele el filme en su conjunto.
Robocop (2014)
En cualquier caso, el enorme éxito de taquilla deparado a Tropa de élite 2 garantizó la participación de Padilha en su primera (y por ahora única) incursión el cine estadounidense de gran presupuesto. Y lo hizo con una película tan aparentemente distante en su escala de producción de sus trabajos anteriores como temáticamente coherente respecto a su filmografía precedente. Este remake homónimo de la superior Robocop (Paul Verhoeven, 1987), producido por Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), Columbia Pictures y Strike Entertainment, descartaba la paródica acidez del original en favor de una mayor seriedad en sus planteamientos, que actualizaba algunos de los rasgos del mucho más característico trabajo de Verhoeven bajo una perspectiva capaz de aunar una cierta espectacularidad con el retrato de un policía (Joel Kinnaman) aplastado por el conglomerado mediático, político, económico y social que lo utiliza para imponer el orden en su exclusivo beneficio. Una reivindicable película que, si bien resultó menos entonada que algunos de sus trabajos anteriores, denotó el grado de resistencia de las obsesiones temáticas Padilha en entornos industriales menos propicios que los transitados hasta ese momento por el director, quien ese mismo 2014 participó en la película episódica Rio, eu te amo (Stephan Elliott, Fernando Meirelles, José Padilha, Paolo Sorrentino, Andrucha Waddington, Vicente Amorim, Guillermo Arriaga, Im Sang-soo, Nadine Labaki, Carlos Saldanha, 2014) junto a otros nueve directores. Fruto probablemente de la desigual batalla librada por Hollywood y prácticamente cualquier otra industria cinematográfica por la atención de los espectadores de cine de todo el mundo, Robocop recaudó un total de 240 millones de dólares a nivel internacional, mientras que Rio, eu te amo se hizo con cerca de 600.000 dólares, según cifras disponibles en IMDB.
Narcos (2015-2017) & Túnel de corrupción (2018-2019)
Tras su aventura en Hollywood, Padilha pasó a formar parte de la plantilla de directores de la popularísima serie estadounidense Narcos, creada por Chris Brancato, Carlo Bernard, Doug Miro y Paul Eckstein para la todopoderosa plataforma de contenidos Netflix, en alianza con Gaumont International Television. Protagonizada en dos de sus tres temporadas por uno de los actores más recurrentes de la filmografía de Padilha, Wagner Moura, en el papel del celebérrimo narcotraficante colombiano Pablo Escobar, Narcos sigue los pasos de los agentes de la DEA y las autoridades colombianas para poner freno a la imparable expansión del Cartel de Medellín y su líder, Escobar, cuyo meteórico ascenso lo llevó a crear prácticamente un estado paralelo sustentado en la violencia y/o la compraventa de droga. Una serie muy ambigua en su fascinado retrato de Escobar y que se ve ocasionalmente lastrada por una mezcla idiomática capaz de mermar, a oídos del espectador iberoamericano, la credibilidad de algunas de sus por otro lado estupendas interpretaciones. En cualquier caso, su popularidad (imposible de concretar en cifras, dada la opacidad de estas plataformas en todo lo referido a número de visionados del que gozan sus productos) fue más que considerable, y Padilha repitió bajo el paraguas de Netflix en calidad de distribuidora de Túnel de corrupción, creada por él mismo a través de Zazen Produções, y para la que dirigió algunos de sus capítulos. Basada libremente en hechos reales, Túnel de corrupción supuso el regreso al ruedo de la corrupción en suelo brasileño por parte de Padilha con este retrato de las corruptelas político-económicas de las autoridades del país con algunas empresas petrolíferas, y su repercusión hizo posible una segunda temporada en el 2019, tras el estreno de la primera incursión del director en la industria del cine europeo.
7 días en Entebbe (2018)
Esta co-producción entre el Reino Unido y los Estados Unidos a través de Participant Media, Pellikola y Working Title Films, se encuentra basada en un hecho real, como tantas otras películas y series de la carrera de Padilha: en esta ocasión, en el secuestro de un avión de la compañía Air France por parte de dos palestinos del Frente Popular para la Liberación de Palestina y dos alemanes de las Células Revolucionarias alemanas, que desviaron la aeronave al Aeropuerto Internacional de Entebbe, en Uganda, en 1976, exigiendo la liberación de más de 50 palestinos hechos prisioneros en diferentes países del mundo. Pese a la participación de dos actores de la reputación internacional de Daniel Bruhl y Rosamund Pike como protagonistas del filme, la acogida deparada a 7 días en Entebbe fue tibia, tanto por parte de la crítica como de la taquilla, donde recabó la modesta suma aproximada de 6 millones de euros a nivel internacional, según cifras de MRC.
Una frialdad que, pese a todo, no evitó la confirmación de estar ante un discurso autoral tal vez permeable en lo formal a los requisitos de las diferentes escalas y latitudes de producción en las que se ha aventurado, pero que, aún a la espera de su nuevo trabajo como director de la serie Jigsaw, creada por Eric García para las estadounidenses Automatik Entertainment y Scott Free Productions, resulta igualmente resistente en su fondo de denuncia y férrea voluntad de retratar las parcelas menos agraciadas de muchas de nuestras sociedades.
Diciembre 2021