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| Robert Andrés Gómez

Al encuentro de los festivales

Al encuentro de los festivales

Los Festivales de Cine han vuelto. No es que se hayan ido, pero durante 2020 una gran parte de ellos tuvo ediciones digitales, evitando alguna catástrofe pandémica que no fuese exclusivamente fruto de la ficción cinematográfica. Otra parte, como Cannes, decidió desplegarse a través de otros certámenes que gracias al calendario consiguieron realizar ediciones híbridas (presenciales y digitales simultáneamente). Aún así, contra viento y marea, consiguieron mantener al Séptimo Arte en primera línea, pese al cierre temporal de las salas. Incluso ante la progresiva escalada de las plataformas. Prueba de ello es el resultado del largo y siempre emocionante derrotero de la temporada de premios. Dos films estrenados en festivales como Nomadland de Chloé Zhao (Venecia) y Another Round de Thomas Vinterberg (Cannes/San Sebastián) se hicieron con el Óscar a Mejor film y Mejor film extranjero. Como ellas, cintas estrenadas en certámenes cinematográficos mostraron a los espectadores el buen hacer y la buena salud creativa de un arte de más de un siglo: First Cow de Kelly Reichardt (Berlinale), Minari de Lee Isaac Chung y El agente topo de Maite Alerdi (Sundance), Las niñas de Pilar Palomero (Málaga) y One Night in Miami de Regina King (Venecia) realizaron un largo viaje desde esos espacios calificados no pocas veces como elitescos y bien recibidos por los espacios del mainstream, hasta coronarse como lo mejor del año. Con mejores condiciones, los festivales han seguido con su labor de mostrar el trabajo sea en las grandes citas: Sundance, Berlín, Cannes, Locarno… en otras militantes como Fire o en formatos cortos. Cientos, miles de películas dejándose ver, calificar, seleccionar haciendo suyo el espacio de la pantalla. Entre todo ello, algunos matices. El Cine Iberoamericano que compitió por el Oso de Oro en la Berlinale con Una película de policías de Alfonso Ruizpalacios; no tiene opción alguna en Cannes en la carrera por la Palma de Oro. Eso sí, Marinero de las Montañas de Karim Äinouz (Brasil), Freda de Gésica Généus (Haití) y  Noche de Fuego de Tatiana Huezo (México) se dejarán ver en secciones paralelas. Es en estos espacios donde se encuentra la presencia iberoamericana; y donde también aparecen la mexicana Teodora Ana Mihai con La Civil (Selección Oficial para la Cámara de Oro) o la costarricense Clara Roquet con Libertad (Semana de la Crítica). El peso de las realizadoras es otro rasgo relevante.

Aún así, el Cine Iberoamericano ha quedado fuera de los convidados a la Palma de Oro. Los organizadores han construido una selección áurea, en la que figuran ganadores de otras ediciones como Jacques Audiard, Apichatpong Weerasethakul, Nanni Moretti o Asghar Farhadi; quizás buscando llamar y reclamar de nuevo la atención que el certamen ha tenido durante sus 74 años. Una atención que desde liego impactará en la percepción del Séptimo Arte tras 2020.

Julio 2021