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| Robert Andrés Gómez

2020 - año cero (El auge del catálogo preservado)

2020 - año cero (El auge del catálogo preservado)

El impacto de la Covid-19 en la industria audiovisual no se tradujo exclusivamente en el cierre de salas de cine, el parón de los rodajes, los cambios en el calendario de estrenos, la celeridad en la entrega de nuevos films, nuevas series, nuevas temporadas y el subidón en los números de audiencia y descarga de los canales de televisión y canales de streaming.

            Estos últimos, pese a la situación privilegiada en la que se encontraban entonces y siguen estando en la actualidad, han debido hacer frente a una de las consecuencias arriba citadas: la ausencia de nuevos contenidos.

            Las películas y series que ya se encontraban en postproducción no eran el problema. Sí lo eran, y lo siguen siendo, los proyectos que entonces no habían iniciado su rodaje o se habían quedado a medio camino. Los proyectos que ya listos han decidido posponer su estreno. Los proyectos que se han apagado antes de comenzar, dando paso a films o seriados más simples y controlables.

            Pronto, la distribución no exclusiva -que permite la presencia de films y series en varias plataformas de un mismo territorio-, se ha convertido en una práctica más necesaria; redimensionando las posibilidades de ventanas para los productores y sus contenidos. Aunque también impactando precisamente en esa subrayada exclusividad y el peso de la marca en cuestión.

            La Covid-19 ha torpedeado las reglas de la distribución y sus ventanas, generando un ágora audiovisual donde salvo excepciones, la mayoría comparte determinados contenidos dentro de las plataformas.

            En las salas, el estreno y reestreno de películas de años inmediatos, así como de films que alcanzan 10, 20 e incluso un siglo de existencia han construido no sólo una posibilidad para oxigenar el negocio de la distribución y exhibición cinematográfica, sino también para dar valor a películas ignoradas y/o desconocidas en su momento por la industria. También para acceder por primera, segunda o enésima vez a films y series más que relevantes que ya han terminado su ciclo narrativo; comprobando no sólo su resistencia al tiempo, sino su contundencia tanto ayer como ahora. Todavía más, cuando la calidad -creativa-, de determinados nuevos contenidos no convence.

            La llegada de 2021 no ha cambiado ese síntoma. La cinematografía española tuvo su primer estreno de ficción fechado en 2021, el 26 de marzo con Libertad de Enrique Urbizu.  Un western que, por otro lado, llegaba simultáneamente a MoviStar+ en formato miniserie.

            Antes, la cartelera española se ha nutrido de películas estrenadas entre 2021 y 1921. THE KID (El Niño) de Charles Chaplin celebró su primer centenario regresando a las pantallas y convirtiéndose además en la película más vista de ese momento según datos aportados por comScore.

            En las plataformas, el Hollywood dorado no ha estado representado exclusivamente por Mank, el oscarizable film de David Fincher para Netflix sobre los entretelones de Ciudadano Kane y otras aventuras y desventuras del guionista Herman J. Mankienwicz. El propio film de Orson Welles se encuentra entre los films clásicos junto a otros suyos como El tercer hombre y muchos otros de compañeros de generación que hacen vida entre los grandes del streaming. El propio Chaplin no es ajeno a esa permanencia en plataformas que suma tanto a la celebrada The Kid como a Tiempos modernos, entre otras. Comedias, Dramas, Melodramas, Cine Negro. Cine silente y cine sonoro. Todo reunido bajo la clasificación “Colección de clásicos imprescindibles”. O bien, cine de los 70, 80 y 90 a los que se llama “Nuevos clásicos” o simplemente apelando al uso de etiquetas como “Nostalgia”, “Películas clásicas” o “Películas Clásicas de Culto”.

            En Amazon Prime, durante este último año se han visto series como The X-Files (1993-2018) o la inacabada Flashforward (uno de los hits más potentes de 2009 con sólo 22 episodios); oxigenando una oferta que no prescinde de telenovelas de éxito como Gata salvaje (2002).

            Curro jiménez (1976), Dartacan y los tres mosqueteros (1982), Historias para no dormir (1982) y Cuéntame (2002) son contenidos que también pueden encontrarse en un océano donde la novedad hasta no hace mucho estaba regida por films recientes o los portaviones de cada casa: los “originales”.

            Casi al borde del estallido de la pandemia, el digital español EL CONFIDENCIAL se preguntaba por el destino de contenidos como los señalados ('Curro Jiménez', 'Verano azul'¿Dónde están los clásicos de nuestra televisión?, 04/02/2020), subrayando el deseo e interés de “volver a ver”.

            En la actualidad, las plataformas son consideradas las abanderadas en la transformación de los gustos de los espectadores/usuarios. Lo antes descrito, ya no sólo marca una oportunidad para echar mano de contenidos de altísima calidad sino también para repotenciar los gustos de los espectadores/usuarios, quienes abrazan una oferta decididamente más transversal y generacional en tanto que aquello que antes parecía no encajar en el perfil editorial de la marca, no parece ahora tan fuera de lugar.

            “Las plataformas que se rigen por algoritmos han escogido el modelo de la rentabilidad pura. Y es innegable que el cine clásico genera menos ingresos que otros tipos de películas”, declaraba en 2018 al diario El País Jean-Baptiste Viaud, delegado general de LaCinetek (¿Por qué no hay cine clásico en Netflix?, 06/12/2018).

            Tres años después y con una pandemia en medio, el algoritmo parece haber variado intentando aprovechar todos los contenidos posibles.

            Filmin, una de las plataformas más interesantes del panorama digital iberoamericano; ha conseguido dentro de su oferta de cine de autor, arte y ensayo y/o independiente, sumar catálogos de estudios como Universal o Metro Goldwyn Mayer. Desde mucho antes también, su catálogo ofrece una importante selección de cine de todas las épocas; apostando por una cinematografía global, a la que el espectador accede directamente o a través de colecciones que reúnen filmografías autorales, de género o temáticas donde el año de producción es irrelevante.

            Con ello, los discursos creativos terminan siendo no sólo transversales, sino reconfigurados para el presente. Los clásicos no pierden su condición de “clásicos”, pero si esa propiedad vetusta. Adquieren dentro y fuera del espacio digital una renovada contemporaneidad que les permite dialogar con todas las generaciones de usuarios.

            Marcas como Cineclassics y TCM (Turner Classic Movie) reposicionaron hace tres décadas, el valor de los clásicos del cine y la televisión del siglo XX, hasta entonces distribuido en las ventanas de televisión paga o abierta alrededor del mundo sin categorías especiales; apostando por un espectador más especializado. El impacto de Internet y la reconfiguración de ventanas a través de aplicaciones y plataformas ha replanteado una vez más la distribución de estos contenidos con un vigor renovado y cuyo impacto parece reposicionarse gracias a la accesibilidad que sirven plataformas privadas, pero también de acceso público como Internet Archive por nombrar uno de los más importantes.

            El abanico es amplio: ayer The Film Strucks, hoy The Criterion Collection, The Film Detective, Old Movies, Shudder, Pluto TV, Shout FactorY, Culpix, Acorn TV… Por supuesto Mubi, Netflix, Amazon Prime, Hulu, Rakuten. Y también Disney, Paramount, Universal, Metro Goldwyn Meyer, Warner Bros.; que en medio de las batallas del streaming deben reposicionar sus films y series del siglo XX para beneficio de sus respectivas audiencias y marcas.

            Otro tanto suman los “remakes” y los “spin off”, una fórmula industrial establecida, que el pasado año dio a Netflix su serie más vista: Cobra Kai, basada en el superéxito de los 80 The Karate Kid. Con los protagonistas del film original al frente, la serie que construyó su éxito y relevancia en YouTube, ha trazado un puente entre el presente y pasado, apelando al rescate de una trilogía de casi cuatro décadas. Algo que ya ha ocurrido y ocurre como modelo creativo y de explotación con sagas del tipo Star Wars, Star Trek y muy pronto The Lord of The Rings. Otro tanto suman las adaptaciones de series de televisión al cine como ha ocurrido recientemente con el largometraje de Tom y Jerry que a modo de precuela cuenta cómo se conocieron los célebres personajes de Hanna-Barbera, revitalizando los cortos originales; pero también -y aquí lo más interesante-, el relanzamiento de Hanna-Barbera Studios por parte de su casa matriz, Warner Media. La marca sustituirá desde Europa (y para territorios como Oriente Medio y África) Cartoon Network, buscando sacar lustre y potenciar ese pasado de gloria que dio vida a personajes como Los Picapiedra, Los Supersónicos, El Oso Yogui, Los Autos Locos, Tiro Loco McGraw o Scooby Doo que ya en 2020 tuvo un nuevo largometraje. Scoob! (¡Scooby!).

            Lo anterior pone en perspectiva el valor de la recuperación y preservación de los contenidos audiovisuales: ficción, documental, informativos, de variedades. Largos y cortos. Seriados o unitarios. Promover su accesibilidad y difusión en las diversas pantallas y ventanas.

            Ver cine clásico en las pantallas de cine, sea como un evento o formando parte de la programación regular no resultará ya tan extraño. Antes de The Kid, ya en diciembre se exhibió nuevamente In the Mood For Love (2000) de Wong Kar-wai. Y este año, su filmografía ya se encuentra en el catálogo de Filmin.

            En el territorio de las plataformas, la llegada de STAR (Disney) también ha reclamado sus tesoros, de la misma manera que HBO Max hizo con FRIENDS (pagando 425 millones de dólares por todo un lustro).

            La prevalencia del contenido en la era digital es una máxima que permite afirmar que el potencial de estudios y entes de producción y distribución no está precisamente  y/o exclusivamente en sus novedades, sino en su catálogo. En la era digital, desde un enfoque industrial, los clásicos han dejado de ser sólo clásicos, para convertirse en films nuevos para determinadas audiencias, de una palpitante actualidad, del presente.

            Recientemente, el diario USA TODAY publicó una serie de artículos que reseñaban los 20, 30 o 50 mejores shows a ver en las principales plataformas en Estados Unidos. Según su mirada, entre el amplio espectro se encuentran Lizzie McGuire y Los Simpson (Disney +); Cheers, Dawson´s Creek, One Day at a Time o Monty Python´s Flying Circus (Netflix); Alias y Monk (Amazon Prime); M.A.S.H., Twin Peaks, Seinfeld y Scrubs (Hulu), The Fresh Prince of Bel Air, Friends, The Nanny, Sex & The City y The West Wing (HBO Max), Alfred Hitchcok Presents,  Good Times, y Murder She Wrote (Peacock). Un arco de títulos  que van desde los años 50 hasta los tempranos 2000. La tendencia parece obvia: el pasado es ya cuestión de presente.

Abril 2021