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| Robert Andrés Gómez

El viaje de Bong - Joon - Ho

El cuento de las comadrejas

Juan José Campanella

253 premios recibidos, entre ellos la Palma de Oro en Cannes 2019 y el primer óscar a Mejor película para un film lejos de los territorios de Hollywood, hacen de Parásitos un logro cinematográfico extraordinario. Detrás de ello, no son pocos los factores que han contribuido a semejante hazaña.

Parásitos (2019), el galardonado film co-escrito y dirigido por Bong Joon-ho se ha convertido en héroe del cine internacional. Su carrera en ascenso permanente partió el pasado mayo en el Festival Internacional de Cine de Cannes donde se alzó con la Palma de Oro a la Mejor película del certamen; y terminó con el Óscar a Mejor Película del Año en febrero de 2020. Entre uno y otro galardón, se acumulan 240 premios otorgados por gremios, festivales, academias, críticos e institutos del mundo entero. Los reconocimientos no han sido su único logro: la recaudación mundial a la fecha da unos $ 232.092.285 (72 millones sólo en Corea del Sur) ha superado con notables a el ya clásico El tigre y el dragón (2000) de Ang Lee, que sumó entonces $213.525.736.

Con un presupuesto de 11,4 millones de dólares y el respaldo en principio de cinco productoras locales, Parásitos siguió un camino más tradicional que el anterior proyecto del realizador coreano. Dos años antes se presentó en Cannes con Okja (2017), film de sci-fi respaldado por Netflix (que ese año llevó también The Meyerowitz Stories). A partir de allí, estallaron los demonios entre exhibidores y plataformas. La industria comenzó a enfrentar un síntoma que llevaba evadiendo largo tiempo: la guerra de las pantallas, el cine versus el cine, el cine versus la televisión, el cine versus el móvil… la ruptura del modelo de estrenos y ventanas y sí, un severo golpe al efecto del long tail que toda obra creativa/industrial desarrolla a lo largo de su vida.

Ante la presión de los exhibidores franceses, Cannes cambió su reglamento. Los responsables de las películas en competencia se comprometieron a estrenar en salas (Okja sólo se vio en algunos cines de Corea, Estados Unidos y Gran Bretaña).

Desde entonces, Hollywood ha visto el ascenso de la marca con sede en Los Gatos, California. Pero también el paso de los estudios 20th Century Fox al paraguas de Disney, el nacimiento de Disney +, Apple + y Amazon Prime Video. No son los únicos gigantes tecnológicos que miran y desarrollan contenidos digitales para ser consumidos en casa o en cualquier lugar gracias a los smartphones (solo desde Youtube se consumen mil millones de videos al día) y cualquier otro artilugio tecnológico con conexión a internet.

La demanda de contenidos obliga a buscarlos en todos lados. Nunca se sabe dónde va a aparecer el próximo Juego de Tronos, el nuevo superhéroe rompe taquillas o la cinta que acumule un premio tras otro. Mientras ello ocurre, el cartel se impone a lo imponderable: directores reconocidos, intérpretes relevantes y género, mucho género.

Paralelo a ello, las pantallas domésticas y personales, han conseguido desde finales del siglo XX que la televisión (y ahora las OTT) construyan y consoliden una nueva Era Dorada de la Televisión que los talentos han acogido con gran satisfacción y el público ha abrazado con beneplácito. Para muchos, esa posibilidad ha conseguido que el cine de mediano presupuesto haya claudicado y la industria apueste por lo grande o bien, por aquellos géneros seguros.

 

Bienvenido a Los Ángeles

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Cuando llegó a Los Angeles con Parásitos, Bong Joon-ho ya era un director conocido en Hollywood. En 2013 había dirigido Snowpiercer, una parábola postapocalíptica sobre el aprovechamiento de los recursos y el control social y económico. Chris Evans, Ed Harris, Tilda Swinton, Octavia Spencer, John Hurt y Jamie Bell formaron parte del elenco. Más adelante, Swinton repetiría en Okja, secundada por Jake Gyllenhaal y Giancarlo Espósito.

El listado de nombres no es gratuito. Los intérpretes de Hollywood han sido determinantes para el rotundo éxito de Parásitos. No en vano, el film se hizo merecedor del premio al Mejor Elenco -equivalente al de Mejor Película-, en los Screen Actors Guild y ya es sabido que los actores y actrices son el gremio más numeroso dentro de la Academia. También los más susceptibles a las causas épicas, reivindicativas y románticas.

En 2013 consiguieron que Argo de Ben Affleck ganara el Óscar a Mejor película, por encima de Lincoln de Steven Spielberg, Django Desencadenado de Quentin Tarantino o La vida de Pi de Ang Lee. Affleck había quedado fuera de las nominaciones como Mejor director, generando la inconformidad de sus colegas que le dieron todo su respaldo. Lo mismo ocurrió con Moonlight y Green Book, y las apuestas por la diversidad y la inclusión de ediciones posteriores que movilizaron esencialmente al gremio de intérpretes.

Conocido por actores y actrices, Bong Joon-ho es un creador más que relevante para directores, productores y distribuidores en todo el mundo. Sus films son convidados seguros a las principales justas internacionales europeas y asiáticas. Pero mejor aún, sus películas han ido en crescendo de cara a la taquilla. The Host (2006) y Snowpiercer (2013) tuvieron ingresos mundiales cercanos a los 90 millones de dólares, mientras Mother (2009) logró unos discretos 17 millones. Nada desdeñable para un realizador dentro del sexto mercado cinematográfico más importante del mundo.

El de Corea del Sur es un mercado con apetencia de los géneros “industriales”. El thriller, el terror, la ciencia ficción, el fantástico y el cine de mafias y clanes del crimen organizado son de alto reclamo por parte de sus espectadores inmediatos y de la región. El de Bong Joon-ho es un cine apegado a estos géneros que, sin renunciar a su capacidad de entretenimiento, cavan un pozo profundo dentro del público.

Este doble guiño hacia la crítica y el público, hacen de este realizador de 50 años de edad, un valor seguro para la industria de Hollywood, que ya se apunta para el lanzamiento de las versiones de Snowpiercer (TNT) y Parásitos en formato serie (con Jennifer Connelly en el elenco) así como para el desarrollo y producción de la secuela de The Host.

Un contexto favorable

Si bien los logros del galardonado realizador son más que elocuentes, el contexto donde su cine ha tenido vida también lo es. Tras su derrotero histórico-político, Corea del Sur ha puesto en sus valores culturales el desarrollo de una marca en favor de su identidad. Así, en las dos décadas más recientes hemos podido ver a una potencia cinematográfica emergente con un gran nivel de producción y en cuyo mercado más de la mitad de todo el cine que se exhibe es producido por ellos,  con títulos que consiguen colocarse en los primeros lugardes de recaudación y cifras de admitidos.

Con poco más de 51 millones de habitantes, Corea del Sur ostenta en la actualidad la mayor frecuencia de idas al cine por parte de sus espectadores: 4,37 veces al año en promedio. También ocupa un privilegiado quinto lugar en el rango de número de entradas vendidas, número de pantallas y en producción de obras cinematográficas (458 largometrajes en 2018, según datos del Observatorio Audiovisual Europeo).

En Iberoamérica, México sería el único país que rivalizaría con Corea del Sur en algunas de esas cifras. Es el cuarto consumidor de cine en todo el mundo con 352 millones de entradas vendidas, frente a las 239 millones de la nación asiática. Así. México se coloca un puesto por delante de Corea del Sur, sólo por detrás de China, India y Estados Unidos. Brasil es el otro país iberoamericano en el top ten con 177 millones de boletos vendidos.

La asistencia promedio anual en México es de 2,7 veces por habitante al año, -registrando un aumento de 4,5 % en 2019, según cifras de Canacine-; y llegando a 102 el número total de películas mexicanas estrenadas.

Tras el éxito de Parásitos el  gobierno Coreano ha elevado el presupuesto para el cine en 20 millones de dólares, llegando en 2020 a una inversión de 80 millones. Discreto salto de un 33 %. Más aún  si se toman en cuenta los aportes de naciones como Francia, superiores a los 700 millones, e Italia con poco más de 400 millones al sector cinematográfico. Incluso España, en torno a los 100 millones. 

Pero al talento de un creador, el contexto industrial donde ese talento crece tiene un extra que no es poca cosa: una casa de producción y una productora ejecutiva inigualable: CJ Entertainment y Miky Lee. CJ Entertainment es la división de entretenimiento y medios del CJ Group, una pujante compañía de la cual Miky Lee es propietaria.

Según Forbes, el CJ Group está valorado en 4 mil millones de dólares. CJ Entertainment financia, produce y distribuye cine y televisión. Tiene bajo su paraguas redes de exhibición cinematográfica (CJ CVG) y canales de televisión, así como una asociación estratégica con Dreamworks, el estudio de Comcast fundado por Steven Spielberg, Jeffrey Katzenberg y David Geffen.

La compañía de Miky Lee, -nieta del fundador de Samsung-, ha distribuido en Corea del Sur grandes productos de Hollywood como Capitana Marvel, Black Panther, Avengers: Infinity Wars o Ant-Man and The Wasp; así, su relación con la industria norteamericana es menos que distante. En USA, los circuitos de exhibición desde AMC a LandMark han proyectado Parásitos hasta lograr en territorio de Estados Unidos y Canadá unos $ 52.812.054 en taquilla. Nada mal para un film premiado en Cannes, con un sello de autor indiscutible y con un discreto uso de efectos visuales. La cinta ganadora de cuatro premios de la Academia es ya la cinta en lengua extranjera de mayor recaudación en un territorio poco dado a los subtítulos (ya el director se encargó de observar ese detalle en la gala de los Globos de Oro), seguida de No se aceptan devoluciones de Eugenio Derbez y Amelie de Jean-Pierre Jeunet (un film extraordinario que por cierto se fue de vacío en los Óscars de entonces, con cinco nominaciones).

En 2019, Roma de Alfonso Cuarón siguió un recorrido similar, partiendo en este caso de Venecia donde se alzó con el León de Oro (el segundo para una película latinoamericana, el primero fue en 2015 para Desde allá del venezolano Lorenzo Vigas). Para entonces, las altas posibilidades de que el director mexicano lograra el primer doblete eran altas. Incluso los intérpretes arrimaron filas a su favor, al respaldar la candidatura de Yalitza Aparicio como Mejor actriz (por encima de Nicole Kidman que se quedó fuera). 

No obstante, a pesar de los 25 millones invertidos en publicidad por parte de Netflix, -cuatro veces superior al presupuesto de producción del film-, la industria, con un Steven Spielberg en activa militancia, cerró filas contra la compañía, cediendo el éxito a Green Book de Peter Farrelli. La muralla de Hollywood sin embargo, no impidió que Roma se llevara tres estatuillas: Mejor Película en Lengua Extranjera (nombre previo de dicha categoría, ahora Internacional, siendo Parásitos la primera ganadora en esta etapa), Mejor director y Mejor cinematografía.

Evaluando lo que ha ocurrido con Parásitos, su éxito va más allá de sus valores culturales y artísticos. Prueba una vez más de que un buen plan de marketing, distribución y exhibición, un soporte industrial técnico y económico, son junto a un discurso y un relato poderosos, absolutamente necesarios de cara al éxito de un proyecto audiovisual de la envergadura de este film.

Marzo 2020