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| Eduardo Martínez Gómez

In memoriam José Luís Cuerda (1947-2020)

El cuento de las comadrejas

Juan José Campanella

José Luís Cuerda nos dejaba el pasado 4 de febrero de 2020 en Madrid, víctima de una embolia cerebral. Director, guionista, productor y, fuera del área de influencia cinematográfica, también escritor, Cuerda fue uno de los cineastas españoles más queridos tanto por sus compañeros de generación como por los que los sucedieron en el oficio de la dirección cinematográfica o el humorismo, gracias a películas como La lengua de las mariposas (1999) o su filme más famoso: Amanece que no es poco (1989). Dos películas aparentemente antitéticas que, sin embargo, retratan el perfil igualmente inclasificable de un cineasta bregado simultáneamente en el medio televisivo y el cinematográfico, y acreedor de una carrera tan variada en apariencia como coherente en sus principios y convicciones.

Apuntes biográficos

José Luís Cuerda llegó al mundo, y más concretamente a Albacete, el 18 de febrero de 1947, en plena posguerra española. Tras unos años estudiando en los escolapios, Cuerda se hizo seminarista, viviendo en el Seminario algunos de los mejores años de su vida, antes de abandonar la institución a los quince años tras una crisis de fe institucional y religiosa que lo llevó a abrazar el ateísmo, y al hecho de que su padre -jugador de póker profesional- ganase, en una partida de cartas celebrada en el Círculo de Bellas Artes (que curiosamente presidiría el cineasta años más tarde), un piso situado en el Paseo de la Habana de Madrid.

Gracias al traslado de la familia Cuerda a la capital española, y la holgada situación económica que les permitía el talento del cabeza de familia para con su oficio, Cuerda estudió en el Liceo Anglo-Español de la Colonia de Viso antes de empezar la carrera de Derecho, pero al darse cuenta de que esa no era su vocación aprovechó su estancia allí para escribir y afiliarse a la célula del Partido Comunista de la Facultad. En segundo de Derecho, Cuerda se emperró en irse a Rusia, partiendo desde la embajada rusa situada en París donde sin embargo no puedo cruzar la frontera y viéndose obligado a regresar a Madrid convencido de que ser narrador en el siglo XX equivalía a ser director de cine.

Cuerda empezó a frecuentar cineclubs en compañía de parte del equipo editorial de Film Ideal en compañía de Fernando Méndez-Leite y José María Carreño, y tras sus frustrados intentos de ingresar en la Escuela de Cine de Madrid, pasó a formar parte de la plantilla de Televisión Española (TVE) gracias a los contactos del subdirector del programa La Hoja del lunes, quien movió hilos y le consiguió un primer trabajo como reportero para Panorama de actualidad, que se emitía a diario minutos antes del telediario de mediodía. El futuro director pasó cuatro años en el departamento de Informativos para luego trabajar en el de Programas Culturales y rodar una serie de padrenuestros que cerraban la programación nocturna, antes de pedirse la excedencia para poder trabajar en calidad de realizador-colaborador… mientras, en paralelo, José Luís Cuerda ya había iniciado su carrera como director cinematográfico.

Genio y figura del cine español

En 1970, y ejerciendo como director, guionista, cámara y montador, Cuerda llevaba a cabo Colgar los hábitos, un cortometraje de 20 minutos de duración en Súper 8 mm, con trama casi esperpéntica, que remite a algunas de las películas de su justamente admirado Luís García Berlanga (1921-2010) y cuyos conflictos fueron, a grandes rasgos, heredados en los argumentos de sus dos siguientes incursiones en el campo del cortometraje, esta vez en 16mm: Los orígenes del reino (1971), para la que repitió en idénticas funciones a excepción hecha del montaje (que quedó en manos de Gloria Carrión), y Regreso a la colina (1972), en la que solo ejerció como director y guionista.

Cuatro años más tarde, Cuerda dirigía la adaptación, guionizada junto a Enriqueta Muñiz, de la excelente novela corta El túnel, escrita por Ernesto Sábato en 1948, como capítulo de la teleserie Escrito en América: serial de adaptaciones de obras literarias latinoamericanas de TVE. A decir de Cuerda El túnel puede verse sin necesidad de perdonarme la vida”, pero el realizador no volvió a ponerse detrás de las cámaras hasta cinco años después, con una comedia costumbrista: Pares y nones (1982). Fue la primera de sus películas hechas para la gran pantalla y que fue producida por Anem Films, Impala Films, Brezal y Estela Films, cuyo presidente, Félix Tusell, amigo de Cuerda desde la Facultad de Derecho, fue también el productor del filme.

La película tuvo un éxito considerable, lo que facilitó el regreso de Cuerda a sus labores como realizador para TVE, donde se le propuso dirigir y guionizar una película, de una hora de duración y del género humorístico, para mandarla a festivales. El resultado fue Total (1983), una inclasificable y sobre todo muy divertida comedia, a caballo entre el absurdo y la deconstrucción cuyo tono fue definido por el poeta italiano (y por aquel entonces realizador de programas para la RAI) Gianni Toti, como “subruralismo”. El mediometraje dividió a la crítica española tanto como encandiló a gran parte de la extranjera a su paso por el Festival de Montecarlo (donde se hizo con el Premio de la Crítica Internacional), abriéndole a Cuerda las puertas al International Public Television (INPUT) como conferenciante y llegando a ser emitida en algunas cadenas públicas estadounidenses. Aprovechando el prestigio acumulado, y bajo el auspicio económico de TVE y la italiana RAI, Cuerda rodó en 1985 Mala racha, un guion escrito por él mismo antes de Pares y nones, y que se convirtió en su primer largometraje para la televisión.

Pero en 1987, una nueva oportunidad de dirigir una película para el cine llamó a su puerta bajo la forma de un encargo por parte del productor Eduardo Ducay, quien le encomendó la realización de un guion de su admirado Rafael Azcona libremente basado en Wenceslao Fernández Flores titulado El bosque animado. Producida por Classic Films, con la participación de TVE y el apoyo del Ministerio de Cultura, la película se hizo con los Premios Goya a la Mejor película, Guion, Actor, Música y Diseño de Vestuario en la edición de 1988. Y gracias al éxito de esta película, la productora Compañía de Aventuras Comerciales le ofreció casi inmediatamente la posibilidad de dirigir una nueva película, que Cuerda aprovechó para presentarles el guion de su más célebre aportación al séptimo arte: Amanece que no es poco. Inicialmente planteada para servir de base a una serie de televisión, escrita por Cuerda a rebufo del éxito internacional de Total, y que llevaría por título Ab urbe condita, el guion de Amanece que no es poco seleccionaba algunos de los pasajes de aquella teleserie frustrada para prolongar y reafirmar, gracias a un mayor presupuesto, los logros “subruralistas” de Total. La película, que contó con la participación de TVE, el apoyo del Ministerio de Cultura y de la Caja de Albacete (municipio, recordemos, donde transcurrió la infancia de Cuerda y también el lugar de rodaje de Amanece que no es poco), volvió a dividir a la crítica, pero con el paso del tiempo se fue convirtiendo en un verdadero fenómeno sociológico, generando legiones de seguidores (los llamados amanecistas) que, a día de hoy, sitúan al filme en un lugar de culto sin apenas parangón dentro de la cinematografía española.

Pero su éxito se convirtió en el talón de Aquiles de la siguiente película de Cuerda: La viuda del capitán Estrada (1991), nuevo encargo de Eduardo Ducay que suponía la adaptación por parte del productor junto a Cuerda de Una historia madrileña, novela escrita por Pedro García Montalvo. Producida por Classic Films Producción y con la participación de TVE, la película fue acogida con tibieza por los que encasillaban ya a Cuerda como un director de comedias absurdas, y que regresó a la vertiente más tradicional del género con su siguiente La marrana (1992). Inicialmente planteada como una producción de la Compañía de Aventuras Comerciales hasta que la compañía quebró, La marrana fue finalmente producida por Central de Producciones Audiovisuales, Antea Films, contando además con el apoyo del Ministerio de Cultura y la Generalitat Valenciana. El filme ganó el Premio Goya al mejor actor para Alfredo Landa, en el 1993 en el que el director rodó su siguiente película: Tocando fondo, producida por Sogecine (entonces Sogetel), Central de Producciones Audiovisuales y Antea Films, con la colaboración de Sogepaq.

Una colaboración que, pese a todo, no se repitió en su siguiente largometraje Así en el cielo como en la tierra (1995) afín a la insólita naturaleza cómica de Total y Amanece que no es poco y producida por Atrium Productions, Antena 3 Television y Proarsa. Este filme se convirtió en la última incursión en el cine por parte de Cuerda hasta 1999, pero durante estos cuatro años el director de Amanece que no es poco no permaneció ni mucho menos ocioso.

Auge y caída de las Producciones del Escorpión

Por una parte, Cuerda encaró su primera labor como productor a través de su propia compañía -Las Producciones del Escorpión- para levantar Tesis (Alejandro Amenábar, 1996), con la colaboración de Sogepaq y el apoyo del Ministerio de Cultura. Esta ópera prima de su director logró dar la campanada, tras un estreno más o menos discreto en lo que a recaudación se refiere, al hacerse con siete Premios Goya (a Mejor película, dirección novel, guion original, actor revelación, dirección de producción, montaje y sonido) en 1997, además del Premio José María Forqué concedido por EGEDA. Mientras, ese mismo año 1996, Cuerda aceptaba la oferta de realizar la segunda temporada completa de la teleserie Makinavaja, producida por Ízaro Films para TVE, inspirándose en los cómics originales de Ramón Tosas Ivà.

Tras su grabación regresó al ruedo de la producción cinematográfica con Abre los ojos (1997), segundo filme de Amenábar producido, además de por Las Producciones del Escorpión que acababan de firmar un acuerdo marco con Sogetel, por Sogecine, Les Films Alain Sarde y Lucky Red, que contaba con la participación de Sogepaq, y el apoyo del fondo Eurimages y Canal+ España. La película, que fue un éxito de taquilla y crítica, se hizo con el Premio Confederación Arte y Ensayo (CICAE) en el Festival Internacional de Berlín, el Gran Premio a la Mejor Película en el Festival Internacional de Tokio y el Premio Cinemanía a Alejandro Amenábar. Parapetado tras su nueva, y reputada, faceta de productor, Cuerda regresó a la dirección con una mayor capacidad de decisión que en el pasado con la excelente La lengua de las mariposas, adaptación de algunos de los capítulos de ¿Qué me quieres, amor?, de Manuel Rivas para la que eligió a Rafael Azcona como guionista y a Fernando Fernán Gómez como protagonista. La película, producida por Sogecine, Las Producciones del Escorpión y Grupo Voz, con la colaboración de Canal+, TVE y TVG, supuso un premio Goya al Mejor Guion Adaptado y un Premio Ondas para Cuerda, por su dirección, en 1999.

Su aprecio por el universo literario de Rivas, llevó a Cuerda a enfrascarse en el rodaje de su primer cortometraje en años, Primer amor (2000), que fue producido por Las Producciones del Escorpión y Canal+ España y emitido como parte del programa televisivo Del largo al corto, en Canal+. Un año más tarde, Cuerda volvía a trabajar, en calidad de productor, para la primera película internacional de Alejandro Amenábar y la tercera de su aún corta filmografía: Los otros (2001), que fue producida, como no, por Las Producciones del Escorpión y, también, por Sogecine y Cruise-Wagner Productions, en asociación con Le Studio Canal+, en Francia, y Miramax Films. El filme, estrenado en 300 pantallas, recaudó la friolera de 27.2 M€ y se hizo con ocho Premios Goya, incluyendo los de Mejor Película, Director, Fotografía y Guion, además de recabar una nominación en los Premios Forqué a la Mejor Película del año.

Juan José CampanellaA partir de entonces, Cuerda abandonó la producción de filmes ajenos, y también Las Producciones del Escorpión para emprender los propios, siendo el primero de ellos La educación de las hadas (2006), guionizada por el realizador según de la novela de Didier Van Cauwelaert y que fue producida por Tornasol Films, Messidor Films, Finales Felices, Lazennec & Associes, Madragoa Filmes y Pol-ka Producciones. El filme fue proyectado en 229 salas, recaudó 1.8 M€ y se alzó con un Premio Goya a la Mejor Canción. Dos años después, y de nuevo sin participación de su productora pese a sí ejercer como productor a título personal, volvía a colaborar con Rafael Azcona en la adaptación de la novela de Alberto Méndez en la homónima Los girasoles ciegos, que fue producida a la sazón por Sogecine, Produccions A Modiño, E.O.P.C y Producciones Labarouta, recaudando unos nada despreciables 4.2 M€ en su estreno en 191 salas de exhibición, y haciéndose con un Premio Goya al Mejor Guion Adaptado.

A cambio, Todo es silencio (2012), su siguiente película, producida por Milou films, Tornasol films, Castafiore films, Zebra producción y Foresta films para la que Manuel Rivas adaptaba su propia novela. Fue estrenada en solo 79 salas, recaudando 372.274€. Una modesta repercusión de la que pudo resarcirse con Tiempo después (2018), que cerraba la hasta entonces trilogía subruralista formada por Total, Amanece que no es poco y Así en el cielo como en la tierra. Producida por Estela Films, Pólvora Films, Lanube Películas, El Terrat y Atresmedia Cine, la película atrajo a 253.566 de espectadores a las 263 salas en las que se estrenó, convirtiéndose con su fallecimiento en un intransferible y reconocido broche a una visión del cine orgullosamente alérgica a las modas y los convencionalismos. Que no es poco.


Febrero 2020